“La escuela de Venecia, que tuvo su máximo esplendor entre la segunda mitad del siglo XVI y el primer tercio del XVII, reúne a una serie de autores y de innovaciones en la praxis musical que gozaron de enorme fama en todo el continente europeo, marcando la transición del Renacimiento al Barroco musical. El uso del coro polifónico, la policoralidad, el desarrollo del estilo concertato, la combinación de voces e instrumentos en maneras específicas para lograr contrastes expresivos de una efectividad intensa, planos sonoros y distintos timbres, y la experimentación cromática, que destilaba una expresividad creciente, fueron algunas de sus características más destacadas. FLORENS CIVITAS, supone una línea que enhebra compositores íntimamente ligados a la República Serenísima, aunando estéticas y perfiles que definirán sin duda el curso de la creación musical en las centurias posteriores”

El Afecto Ilustrado

Así contextualiza el ensemble El Afecto Ilustrado el universo sonoro nos propone en este concierto, por ellos titulado Florens Civitas, ya que nos sitúa en la floreciente ciudad de Venecia y su prolífera contribución a la música del Barroco temprano del siglo XVII. Para ello han compuesto un programa con cinco autores ligados a la Escuela Veneciana de los que se intercalan piezas vocales e instrumentales. Se ilustra así este importante momento histórico que preludia el nacimiento de la ópera, los instrumentos empiezan a independizarse de las voces con discurso propio y las formas musicales exclusivamente instrumentales van definiéndose, con denominaciones que no tienen la misma acepción a como las conocemos actualmente.

Claudio MONTEVERDI, (1567- 1643), constituyó, como se sabe, un puente de paso del Renacimiento al Barroco. La originalidad en sus obras vocales consistió en que aportó la expresión dramática a personajes, musicalmente reconocibles, anunciando con ello la ópera. Ello lo hace en sus “drammi per música”, y la Coronación de Popea, de 1642, es un claro ejemplo de ello. Pero sin duda será aún más gratamente sorprendente la escucha del Madrigal Tempro la Cetra (Tiemplo la citra), que va precedido por una “Sinfonía” instrumental. Pertenece al Libro séptimo de Madrigales, denominado “Concierto”, pues con esta palabra Monteverdi quiso aludir justamente a las obras en las que se combinan o se “conciertan” voces e instrumentos, ya sean juntos o separados. El programa de esta noche incluye otras dos piezas instrumentales de Monteverdi: el “baile”, perteneciente a El baile de las ingratas, (1608), y, como despedida, la maravillosa Sinfonía y Moresca, con la que finaliza su obra más famosa, La Fábula de Orfeo, (1607). Los “espacios concertantes” o instrumentales, (“Sinfonías”, “Bailes”, “Ritornelos”), son cada vez más importantes en la definición de la estructura y el desarrollo del recién nacido drama musical; con Monteverdi los colores instrumentales son utilizados de forma naturalista para asociar al espectador con el argumento; en esta ocasión nos vamos felices, pues Apolo ha concedido la inmortalidad a los amantes, (Orfeo y Eurídice), que podrán contemplarse el uno al otro como estrellas en el cielo.

Francesco CAVALLI, (1602-1676) fue discípulo de Monteverdi y la personalidad artística dominante en el teatro de ópera veneciano de los primeros 30 años. Con este compositor y su arquitecto, Giacomo Torelli, podría decirse que nació la escenografía que convirtió el escenario en un espacio de artificio en el que se despliega la fantasía barroca. En la Venecia del siglo XVII nacen los primeros teatros de gestión privada. Tentador resulta imaginarse el contexto veneciano de la época; los “drammi per musica” se consumen con rapidez, los diferentes teatros, especializados para cada una de las representaciones, tenían mucha competencia y las obras son automáticamente reemplazadas de una temporada a otra. Sólo títulos de gran éxito, como el Jasón (Giasoni) de Cavalli, son repuestos en una temporada sucesiva. De este autor escucharemos una “Sinfonía” de su Hércules amante y tres arias pertenecientes a Egisto (1643), Ormindo (1644) y a su ya mencionada Giasoni (1649). Cavalli influye poderosamente en del proceso de despegue del aria, (algunas llamadas “lamentos”), elemento que se terminará convirtiendo en el “alma mater” de la ópera. En él encontramos los inicios del “bel canto”, (canto bello); canciones solistas con unas líneas melódicas bien definidas y de una efectiva expresividad para mostrar las pasiones y dolores del ser humano. Lo comprobaremos esta noche: “Llorad ojos dolientes” (Piangete occhi dolenti), dice Egisto.

A la Escuela Veneciana se le debe también la novedosa práctica de componer música de conjunto específicamente instrumental. Los títulos de las piezas, tales como “canzone”, “sinfonía” o “sonata”, se refieren indistintamente a lo mismo y aún no indican una estructura formal específica. Así tenemos el ejemplo de la temprana Canzon per suonare a 4, de Giovanni GABRIELI, (1557-1612), un influyente músico en su época, conocido en parte por haber sido profesor del alemán Schütz y existir ediciones de su obra en Alemania. Uno de los primeros compositores en utilizar la palabra sonata para este tipo de piezas fue el vanguardista, llamémosle así por su creatividad, Darío CASTELLO, (1590- 1630), jefe de instrumentistas de viento en la Basílica de San Marcos. De él del escucharemos dos sonatas: las Sonata nº 10 a due canti e basso y la Sonata nº 4 a due soprani. Castello llamó a sus colecciones de composiciones instrumentales “Sonatas concertadas en estilo moderno”. Representa un tipo de música impactante que trata de emular el drama de la ópera en un contexto instrumental, para lo cual incluyen numerosos pasajes virtuosos para instrumento solista. También es hoy muy interpretado Antonio BERTALLI, (1605 -1669), quién, aunque nacido en Italia, vivió y trabajó como músico de la corte de Viena donde murió. De él escucharemos su Sonata a 3. Entendamos que en esta denominación, “a 3”, así como en las anteriores,” due canti”, “due soprani”, lo que importa por primera vez son las melodías o cantos cantados por voces instrumentales. ¡Larga vida tendrá el invento!

Estrella Cantero.